Desde la seguridad que da un cercado y metros de tierra por medio, perderse en la negra mirada de un toro bravo produce más respeto que miedo. Es una sensación única, la de poder contemplar tan de cerca, y en su hábitat natural a un animal salvaje, de más de 550 kilos de peso.
Conscientes de que el turismo de experiencias es el que prevalece hoy, cada vez son más las empresas que pretende aprovechar el potencial de este sector, que en la provincia de Cádiz alberga la mitad de reses bravas de todo el resto de ganaderías en España, que casualmente, también son las de más prestigio.
Se trata de un producto exclusivo, que da la posibilidad de conocer en su ambiente natural a un animal único. Algunas iniciativas empresariales en Cádiz han comenzado a trabajar ya con el toro de lidia ofertando visitas a las ganaderías, a bordo de todoterrenos, o contemplando espectáculos programados, que muestran los entresijos de la doma y la cría de caballos y toros, así como la doma vaquera de los equinos.
Así, el mundo del toro bravo se va abriendo camino en un sector en auge en la provincia de Cádiz, el turismo de experiencias, que se va abriendo camino, como ya le ha ocurrido en la zona a las bodegas, el avistamiento de cetáceos o las ‘levantás’ de atún en almadraba.
El Patronato de Turismo de Cádiz explica que el toro bravo se debe convertir en “un complemento y atractivo más de la zona”, haciendo al mismo tiempo un llamamiento a las ganaderías, animándolas a que se “abran al público” para cimentar así un sector “con recorrido de futuro”.
En poblaciones como Alcalá de los Gazules, Medina Sidonia, Los Barrios o Jerez, hay docenas de fincas donde pastan, marcando su territorio, los sementales más fieros. Esos que llenarán las plazas de media España, y cuya belleza natural debe empezar también a ser rentable.